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domingo, 18 de marzo de 2012

La familia de Carlos IV - Goya

La Familia de Carlos IV
Francisco José de Goya y Lucientes.
Museo del Prado. 1800.
Óleo sobre lienzo. 280 x 336 cm. 

Situar esta obra en su lugar cronológico-estilístico dentro de la evolución de la pintura de Goya, razonando dicha clasificación. También situar la obra de Goya en el marco de la pintura europea del momento, entre el Rococó, el Neoclasicismo y el Romanticismo. Comparar, si es posible, con otras obras del mismo autor y/o estilo y/o precedentes y/o influencias posteriores. La pintura de Goya como ejemplo claro de la influencia de la realidad histórica (transición del antiguo al nuevo régimen) y la biografía personal del artista en su obra. PARA COMPLETAR: Autor: Francisco de Goya fue un artista polifacético que se interesó por la pintura y el dibujo y por las técnicas que permitían una difusión generalizada de sus trabajos, como era el gravado sobre plancha de metal o sobre piedra. Goya demostró su capacidad técnica como pintor de óleos, trabajó para los artesanos que las realizaban. Esta obra se encuentra muy bien documentada (a diferencia, por ejemplo, de las majas) lo que ha permitido un análisis muy completo y definido. Por la correspondencia mantenida entre la reina María Luisa y Godoy, se sabe que ésta habría quedado satisfecha con el resultado final del óleo, pese a que actualmente, puede verse en éste cierto aire caricaturesco en los rostros de los retratados, los cuales fueron dispuestos en el lienzo sin ninguna unidad narrativa. El pintor plasma en su pintura a la familia mostrando la interioridad de cada uno de los personajes; “la reina de rostro desagradable y gesto de amargura y el rey de cara roja, insulso, presuntuoso y lleno de condecoraciones.” 
En la interpretación de este retrato de corte en el que los personajes parecen haberse dispuesto de forma casual y anecdótica, hay una serie de aspectos destacables; uno, es el homenaje consciente por parte de Goya a su admirado maestro Velázquez. También resulta interesante analizar la intencionalidad del pintor en la realización de la obra; aunque la familia real quedó muy satisfecha con el enorme lienzo, la crítica artística ha podido apreciar tintes casi caricaturescos en los rostros de los personajes. Sus faces, con el profundo calado psicológico habitual en el retrato goyesco, denotan una total carencia de idealización, lo mismo se señala en lo referente a “los retratos realizados unos años después del rey Fernando VII, según este criterio, el artista se habría convertido nuevamente, con la realización de este cuadro, en fiel cronista de una de las múltiples caras de una sociedad en crisis”. Para la realización de esta obra Goya pinta en busto y de tamaño natural a algunos integrantes de la Familia real. El resultado de la composición recuerda voluntariamente a las Meninas de Velázquez, tal como el artista sevillano, Goya se retrata mirando al espectador junto al caballete en la penumbra de uno de los márgenes del cuadro. No se destaca él en ningún primer plano, cosa que sí hace el pintor sevillano en un cuadro que va más allá del mero retrato de corte, y que supone un alegato personal en defensa de la nobleza del arte de la pintura. La distribución de personajes en la composición se concibe como un friso de figuras que invaden todo el marco creando un sensación plana del espacio, “Goya, no pinta el aire, sino que elimina la profundidad con una pared difusa a modo de escenario teatral. La vistosidad y el lujo de los atuendos, tratados en sus detalles en forma pastosa y abocetada son demostración de que Goya es un gran colorista.” La obra presenta una gran verticalidad, proporcionada por los personajes, todos de pie, y ayudada por los lienzos ubicados en el fondo de ésta. En este caso, son nulas las diagonales ya que el único cuadrante apoyado por las direcciones y la disposición de las figuras, es el vertical. Se producen tres agrupamientos determinados por la proximidad de los personajes que se incluyen en cada uno de éstos, las figuras también se agrupan por actitud. Lo que además ayuda a dividir la composición en tres grandes grupos son las verticales del fondo, determinadas por dos enormes marcos. Se identifican grandes tensiones, las cuales son dispuestas por las miradas de los personajes que se dirigen a distintos lugares dentro y fuera del lienzo. Las figuras tienden a cerrarse y definirse, sobre el fondo, sólo se percibe una abertura en la figura de la reina María Luisa, de la cual, su vestido tiende a juntarse con el suelo y el propio Goya ubicado detrás de la familia real, que se percibe casi como una mancha de la pared trasera. Con respecto a los colores, se encuentran tres puros acertadamente distribuidos en la obra: rojo, verde y amarillo. Cabe destacar que el verde y rojo son complementarios y se encuentran ubicados en forma equilibrada acercándose a los márgenes derecho e izquierdo; en el cuadrante derecho se encuentran un integrante de la familia con un atuendo verde y otro en rojo, mientras que del lado izquierdo hay un personaje en un rojo casi anaranjado y un óleo en el fondo se encuentra pintado en tonos verdes. En la parte casi central del lienzo está el príncipe vestido en un rojo mucho más puro que el resto, éste actúa como un marcado acento. El amarillo se presenta en los vestidos de las mujeres. El fondo posee colores neutros amarillentos y por zonas muy bajos. La pincelada en las vestiduras es un tanto gestual lo que reproduce en forma muy fiel el género de los atuendos.

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2 comentarios:

  1. siempre me ha gustado mucho este cuadro, especialmente por que aunque no sea yo un gran entendido en arte, si puedes darte cuenta de una cosa, la cara de gilipollas que tienen todos menos goya, despues de fornicar y fornicar entre ellos durante varios siglos en las mismas lineas de sangre, fueran inglesas, francesas, o españolas. puterio real, y fornicio familiar. asi se han quedao. ... ja,ja,ja

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  2. Hombre Raúl, la consanguineidad cuenta bastante, pero el resto del mérito lo tiene el mismo Goya que era persona inteligente y detestaba a la manada de zafios cortesanos que vivían instalados en el lujo y en la despreocupación por los problemas de España y de sus habitantes. De algún modo y si te fijas Goya aun dentro de su estilo pictórico ridicula con caras grotescas a aquellos que considera zafios y los recoge normales cuando así lo considera. Un saludo.

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