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miércoles, 25 de mayo de 2011

La escultura en la época arcaica y severa griega; La dama de Auxerre y el Auriga de Delfos


 Dama de Auxerre
Una Koré o muchacha
Mediados s VII a. C. (650 a. C.)
 Dentro de la Etapa arcaica (siglos VIII-VI a. C.)
Museo del  Louvre. Una reconstrucción policromada en Cambridge
Técnica: bulto redondo, Piedra caliza. Originariamente policromada. Como en Egipto, sobre el bloque, el escultor trazaría antes un dibujo.
-          Poner otros ejemplos de korés. Hacer referencia a su evolución. Decir que también hay kourós
-          Significado o iconografía: ésta posiblemente un exvoto. Nombrar otros posibles significados de kores y kouros.
-          Contexto socio-histórico: Época arcaica: tensiones sociales. Colonización y contacto con otras culturas. Época de tiranos y legisladores. Expansión de mitos y festivales panhelénicos.
Es una pequeña estatuilla de apenas 55cm, pero de una gran belleza. Se considera la primera obra de  la estatuaria en piedra que se conserva completa. Pertenece a la escuela cretense, probablemente primer centro de esta actividad escultórica. Al parecer se trataba de una imagen votiva como se desprende de la posición de su mano derecha en actitud de exvoto y la izquierda pegada al cuerpo.
En ella podemos apreciar todas las características formales que distinguen este tipo de esculturas femeninas, especialmente sus sentido de bloque cerrado y por tanto su rígida frontalidad.
Se observa un trabajo de labra distinto entre la parte inferior, más rústica, y la parte superior con detallismos en el peplo, el paño de lana decorado con cenefas incisas y la ancha correa a la cintura.
El pelo se trabaja con detenimiento, siguiendo la moda egipcia del “peinado de pisos” otorgando a la obra un mayor naturalismo que resulta acentuado por el trabajo de los pechos. Por el contrario, el rostro sigue todavía sin fijar la expresión, que con su forma triangular tiende a  la idealización geométrica.
Llama la atención su sonrisa arcaica o eginética, un tanto forzada y falsa; la desproporción (mano-antebrazo, o los pies) de las distintas partes del cuerpo, así como los ojos grandes y almendrados carentes de expresividad.
El faldellín que cubre de la cintura a los pies, tiene una sencilla decoración geométrica de líneas rectas horizontales y verticales que contrasta con las líneas curvas de la parte superior (cabello, senos y brazos).
En resumen, estamos ante una de las piezas más características de este período arcaico del arte griego en el que se perfilan algunas de las características que definirán toda la estatuaria posterior (el antropocentrismo de su escultura; su idealización; la búsqueda de una canon de proporcionalidad), pero sin terminar de concretarse hasta el punto de que muchos de esos aspectos quedan todavía en suspenso (la expresión no está captada; la búsqueda del canon resulta infructuosa; el sentido del bloque que prevalece en la composición, etc.).

AURIGA DE DELFOS
¿Pitágoras de Región?
 Primer tercio del s V a. C. (474 a.C.)
Periodo Clásico (estilo severo o preclásico)
Museo de Delfos
Técnica: 1,8 m de altura. Bulto redondo en bronce, con la técnica de la cera perdida. Perfectamente pulido. No se aprecian uniones, soldaduras, en toda la figura. Habría que destacar la riqueza de los materiales empleados en la ornamentación. Así los ojos son de cristal y los labios recubiertos con láminas de plata. En el rostro no hay sentimientos de alegría o excitación tras la carrera que perturbe su ethos, su carácter.
Contexto.
 Los festivales panhelénicos, sobre todo en torno a los grandes santuarios como Olimpia y Delfos, están muy extendidos por todas las polis, ya desde el s. VIII a.C.. En todos hay competiciones atléticas. Muchas de ellas están reservadas a hombres muy ricos, por el equipo necesario e incluso la formación previa que no todo el mundo se podía costear., como en este caso de carreras de cuádrigas. Un tirano (gobernantes ricos, de algunas polis) encarga esta obra para conmemorar su victoria.
Consideración de escultores, se consideran artesanos, dado su trabajo manual. Menos prestigio que músicos o poetas.
El Auriga es lo que queda de un monumento encargado por el tirano Polyzalos de Gela para conmemorar su victoria en una carrera de cuádrigas en Delfos. El carro y el propio tirano se perdieron, pero nos queda parte de la imagen del cochero. Su autoría nos es desconocida aunque se barajan diferentes nombres como Sotades o Pitágoras de Región.
En cuanto al trabajo escultórico propiamente dicho presenta dos partes claramente diferenciadas a lo largo del chitón, que en realidad ocupa casi toda la pieza: la mitad superior está mucho más cuidad en su trabajo con una sucesión de pliegues todavía demasiado rectilíneos y paralelos, pero que demuestran la tendencia general al mayor dinamismo, pues están tratados con gran minuciosidad y alternan los ritmos verticales y horizontales.
Por el contrario, la mitad inferior está trabajada con menor detalle, porque estaría originalmente oculta por el propio carro del grupo escultórico (nos evoca un fuste estriado de orden dórico).
También el cabello se trabaja con naturalismo, con un peinado que se ajusta a la forma esférica y sencilla del cráneo y una diadema realza su belleza. Esta esfericidad del cráneo va a ser una constante en la escultura de los siglos posteriores (Policleto “clásico pleno” segunda mitad del siglo V), identificando la perfección geométrica de  la esfera, con la necesaria perfección del hombre que ha de estar dirigido por la razón, es decir, por la cabeza.
Compositivamente, el auriga sostiene las riendas con una mano y gira  la cabeza hacia el lado contrario, buscando una compensación compositiva. Se mantiene así una cierta rigidez en el conjunto, si bien la cabeza mínimamente ladeada, y sobre todo el brazo proyectado hacia adelante, rompen  la simetría y el hieratismo tradicional.
Aun con todo,  la expresión sigue profundizando en la idealización, ahora más patente si cabe, al no existir conexión entre la acción real y la expresión. A pesar de ello se trata de un semblante amable, transmisor de una sensación de calma y serenidad que está ya en la línea de armonía idealizada que caracterizará la escultura clásica. 

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