PATRICIO PORTANDO RETRATOS FUNERARIOS (TOGADO BARBERINI)
Siglo I a.C.
Mármol. 1,65m.
Museos Capitolinos. Roma
Autor desconocido.
Escultura de bulto redondo.
Composición equilibrada centrada
por la figura del patricio que está flanqueado por los dos bustos de sus
antepasados. Uno de ellos se apoya sobre un tronco de palmera Existen muchos
retratos de la etapa republicana, sobre todo de patricios. El retrato es la
expresión más típica del arte romano. Posiblemente su origen en las máscaras
mortuorias que hacían los etruscos a los difuntos.
Los retratos republicanos como éste
ilustran lo que nos dicen los textos:
- Honrar a los difuntos de la
familia
- rendirles culto como
intermediarios con el más allá y
- demostrar antecedentes nobles
En los primeros tiempos de Roma
la ley sólo permitía retratos “ius
imaginum” a los patricios que habían ejercido cargos públicos. Mientras los
patricios fueron los únicos en ser admitidos en las magistraturas, este derecho
les estaba vedado a los plebeyos, por eso en las guerras civiles (s. I a. C) entre
plebeyos y patricios, el retrato toma un carácter más de casta y político que
artístico.
Este retrato, de la época de
Sila, coincide con el retorno de los patricios al poder.
Representa a un patricio o noble
romano con la toga, portando dos bustos de antepasados suyos, una escena que
reproduce el hecho de que cuando un pariente ilustre moría, un miembro de la
familia llevaba a los funerales las
imágenes, en principio máscaras de cera, de otros antepasados ilustres.
La imagen del nuevo difunto se incluiría en las ya existentes (colocadas en el atrio).
Gran realismo del retrato romano republicano,
rostros que denotan austeridad, robustez campesina, poca finura, pero a la vez
orgullo de su casta gloriosa. Orgullo y amor a los antepasados que trasmite
este patricio con la forma de portar los bustos.
Los pliegues de la toga están muy
bien trabajados, recordando el trabajo de los griegos. También recuerda a los
griegos el contraposto del patricio.
La toga era el vestido típico
nacional de los romanos en tiempos de paz. Se fijaba al cuerpo con una fíbula.
Se fue complicando siendo una pieza difícil de poner. En un principio la
llevaban todos los que gozaban de ciudadanía
1.- La Aurora guiando la cuadriga del Sol.
2.- Caelus. 3.- Fósforo (Lucifer, estrella de la mañana). 4.- El Rocío, junto a Fósforo, precede a la Aurora. 5.- Hispania. 6.- Apolo sobre el grifo. 7.- La Tierra nutricia, con dos niños y la Cornucopia. 8.- Diana sobre un ciervo. 9.- Galia. 10.- Marte y la Loba Capitolina reciben las enseñas romanas
que devuelve un guerrero del Imperio parto.
Interpretación de García Bellido.
AUGUSTO PRIMA PORTA.
20 d.C.
El
hecho de que vaya descalzo prueba que Octavio ya estaba en el Olimpo. Fue
divinizado tras su muerte en 14 d.C.
Augusto ha sido retratado descalzo, como los antiguos héroes olímpicos, y
un Cupido
(que cabalga sobre un delfín)
le abraza la pierna, simbolizando su inmortalidad como heredero de la diosa
Venus a través de Eneas.
Todas estos refinamientos estilísticos y símbolos herméticos revelan una clara
inspiración griega del retrato oficial, que los emperadores romanos
convirtieron en instrumento de propaganda gubernamental, cuya función
política era muy evidente: se trataba de mostrar al pueblo romano que el
emperador —Augusto, en este caso— era un ser excepcional, equiparable a los
antiguos héroes mitológicos, e incluso digno de ascender a la divinidad del Olimpo. ¿Quién mejor
que él para gobernar Roma?
Para completar: con la llegada al poder de Augusto y el consecuente
inicio de la etapa imperial, se impone un nuevo criterio a la hora de plasmar
la imagen oficial del Emperador. Por ello se considera necesario cambiar en
cierto sentido el tratamiento tradicional del retrato propio de la etapa
republicana, a pesar del enorme arraigo que tenía. Se impone así una plástica
más clasicista y de tradición griega, donde Augusto aparece con cánones y
proporciones clásicas, composiciones en contraposto, un rostro idealizado, ojos
grandes y pelo a flequillo.
Prima Porta es un lugar al que
Livia se retira a la muerte de Augusto en el año 14. De entre las muchas
estatuas que allí había, destacaba ésta de Augusto en bronce o en oro, de la
que Livia manda hacer una copia en mármol, cuyo original se encontró en el
siglo XIX, constituyendo tal el mejor retrato conservado de Augusto.
La copia está claramente
inspirada en el “Doríforo” de Policleto, aunque con algunas variantes: Augusto
aparece arengando a las tropas y por ello aparece extendiendo el brazo hacia el
frente, asimismo la pierna izquierda se dobla mucho más
Para agilizar la estática del
modelo de policlético. No falta por ello esa tendencia aludida a la inspiración
clásica, patente en el contraposto, la idealización del gesto y el trabajo de
los paños.
La copia estaba policromada como
lo prueban los numerosos restos de dorado, púrpura, azul, etc., lo que
acentuaría sin duda el efecto de la pieza.
Iconográficamente la obra es
igualmente interesante, no sólo por la nueva tipología del retrato imperial
sino por los aditamentos de su indumentaria. Viste el emperador una túnica
corta y una coraza “Imagen thoracata",
en la que se representan en relieve numerosos símbolos: el cielo en la parte
superior extendiendo su manto, la
Tierra en la parte inferior, Apolo y Diana sobre ella. En el
centro un representante de Roma y la
Loba mítica de la ciudad. Tampoco falta la representación de
Marte (talvez en alusión a Tiberio, su sucesor), así como las provincias recién
conquistadas (Germania, Hispania y Galia).
Las facciones del emperador están
recogidas en un ejercicio de retrato psicológico insuperable, a pesar incluso
del idealismo gestual antes aludido.
2.- Caelus. 3.- Fósforo (Lucifer, estrella de la mañana). 4.- El Rocío, junto a Fósforo, precede a la Aurora. 5.- Hispania. 6.- Apolo sobre el grifo. 7.- La Tierra nutricia, con dos niños y la Cornucopia. 8.- Diana sobre un ciervo. 9.- Galia. 10.- Marte y la Loba Capitolina reciben las enseñas romanas
que devuelve un guerrero del Imperio parto.
Interpretación de García Bellido.
RETRATO ECUESTRE DE MARCO AURELIO.
Bronce. Hacia 166 d. C.
Autor desconocido.
(Comentario basado en el análisis que hace ARTECREHA)
Se conservan numerosas pruebas
documentales de la existencia desde época republicana de un crecido número de
estatuas ecuestres en Roma. Y que así mismo desde época de Augusto eran
habituales las representaciones de los emperadores desde sobre un caballo en
actitud de revista militar (adlocutio),
vestidos con una túnica y paludamentum,
y extendiendo el brazo en saludo al pueblo y al ejército. Pero no ha llegado
hasta nosotros ninguna otra escultura ecuestre de la de Marco Aurelio, tal vez
porque durante
La retratística de este
momento fue la más copiada en el Renacimiento. Su influencia será decisiva en
retratos ecuestres como el “Colleone” de Verrochio o el “Gattamelata” de
Donatello. Curiosamente y a pesar de que el retrato ecuestre es más
espectacular y más propicio a la
propaganda militar, éste no es precisamente el caso:
El propio Marco Aurelio pasó por
ser el estadista más pacifista de la historia de Roma y un convencido antimilitarista,
lo que no impidió que las circunstancias políticas le obligaran a pasar la
mayor parte de su vida en los campos de batalla. Por el contrario, él era un
hombre de razón, y así aparece retratado en esta escultura. No con los
atributos militares, sino con la toga del filósofo que domina con la razón. El
simbolismo se reforzaba con la presencia de la figura de un bárbaro que se
hallaba bajo el caballo, hoy desaparecido.
El retrato psicológico gana aquí
muchos enteros. Hasta el caballo con su actitud rotunda, pero no violenta,
contribuye a transmitir la idea de poder sereno y sabio: sólo una mano alzada y
tres de las cuatro patas sobre el suelo, equilibrando su figura. Marco Aurelio,
con su rostro sereno y en parte idealizado, todo equilibrio, mesura y por tanto
sabiduría. Nunca la febril iracundia de la violencia militar. Más que vencer al
bárbaro parece que lo aplaque, que lo convenza.
De ahí la composición equilibrada
y cerrada, a la que contribuye considerablemente la postura del caballo, con la
cabeza y la cola hacia abajo y las patas marcando direcciones hacia el centro
de la composición, y la propia posición del emperador, dominada por el
equilibrio y la estabilidad.
La obra se localizaba en la Plaza de San Juan de Letrán
al menos hasta el siglo X, si bien sería Miguel Ángel quien la trasladase a la Plaza del Capitolio, donde
estuvo el original hasta su traslado al Museo Capitolino.
Marco Aurelio, culto y filósofo
cercano al estoicismo. Sigue la moda de la barba creada por Adriano a
principios del siglo II. Claroscuros, jugando con los rizos de la barba y el
pelo.
Se considera que con su hijo y
sucesor Cómodo comenzó la decadencia del Imperio.
BUSTO DE CARACALLA
209 d.C.
Museo del Louvre
Autor desconocido
Mármol
Existen varios bustos de este
emperador
Hijo de
Septimio Severo, había nacido el 4 de abril del 188 en Lyón. Sus orígenes
determinaron su sobrenombre, al introducir en la moda romana una capa larga o
túnica propia de la Galia llamada la caracalla.
Este
genial busto de Caracalla representa el punto álgido del realismo romano.
Cabellos cortos y rizados, incipiente barba, pliegues, todo labrando
profundamente la superficie del mármol.
Las formas transmiten brillantemente el carácter del
emperador: ambicioso, resolvió todos sus problemas por la fuerza bruta (asesinó
a su hermano y a miles de sus opositores).
El
claroscuro de sus cejas fruncidas, la profundidad y el detallismo de su mirada (
tiene rehundidas las pupilas), los labios entreabiertos, nos reflejan a un
hombre fornido, impulsivo o incluso cruel, pero no carente de un cierto
atractivo de madurez . Mirada oblicua y concentrada y frente arrugada que da
sensación de severidad. Creyó ser la reencarnación de Alejandro Magno,
quizá la pose torcida de su cabeza, quiera recordar a algunos retratos de
Alejandro
La
imagen de severidad y energía la debía
de necesitar para mantener la disciplina en el ejército, aunque murió asesinado
por un oficial. Este gesto de energía y dinamismo será modelo de
escultores renacentistas y barrocos para representar a jefes militares
Realizó campañas militares contra los germanos y los partos, aunque poco
exitosas. El legado más importante de su mandato fue el llamado Edicto de Caracalla o Constitutio Antoniniana
(en el 212), por
el cual se extendía la ciudadanía romana a
todos los habitantes libres de las provincias. Dicha medida, aconsejada por el
deseo de acrecentar la unidad política del Imperio y
de elevar los ingresos fiscales, dio un gran impulso a la romanización, al
dejar al margen de la ciudadanía sólo a las poblaciones rurales y a los
bárbaros instalados en las fronteras. En Roma impulsó Caracalla
importantes construcciones, como las termas
que llevan su nombre.
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