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martes, 7 de febrero de 2012

Cristo muerto - Andrea Mantegna

Andrea Mantegna:
Cristo muerto .1475.

Óleo sobre lienzo. 0,66 x 0,81
Pinacoteca  Brera de Milán
Andrea  Mantegna /1431- 1506)


 Pintor de norte de Italia.  Trabajará sobre todo en Mantua como pintor de corte de los Gonzaga donde realiza los frescos de la Cámara de los esposos .Dominó todos los secretos pictóricos de fingir lo real en una superficie. Figuras escultóricas  como en la tablita de La dormición de la Virgen  en el Museo del Prado con pleno dominio de la perspectiva lineal. Gran maestro de la perspectiva, con   atrevidos escorzos como en el  Cristo muerto., donde también hay un gran patetismo como en otras obras de  sus últimos años de actividad
Magnífico estudio de anatomía que representa la culminación del estilo duro, casi escultórico, e intensamente dramático de su autor: el cadáver aparece encima de una mesa, cuya superficie, lisa y rígida, introduce un factor de expresión dramática; el cuerpo está visto desde los pies, de manera que sus dimensiones se acortan de forma brutal.
El original punto de vista determina el descubrimiento de formas anatómicas que casi nunca aparecen en la pintura antigua: el torso modelado por una luz rasante, y el volumen y la textura de los pies descritos con detalle.
La simplicidad de las superficies anatómicas contrasta con el plegado de la tela que cubre la parte inferior del cuerpo revelando la robustez de las piernas.
La Virgen, acompañada por san Juan y una tercera figura de la que sólo es visible la parte inferior del rostro, se encuentra a la izquierda ahogada en llanto: su boca se contrae en un rictus de dolor inusitado en la pintura de esta época y que, sin duda, anticipa el gusto manierista por la expresión rebuscada.
Escasos toques de color animan los rostros, de manera que el conjunto posee una virtud monocromática que acentúa su dramatismo; a idéntico propósito responde la cruda descripción de los orificios de los clavos en las manos y pies de Cristo, cuyos tejidos han sido desgarrados con un realismo que requiere la observación por el pintor de cadáveres lacerados.
Su composición puede haber sido sugerida por una obra de Andrea del Castagno, y consta que impresionó vivamente a Rembrandt. La figura ha sido representada en un impresionante escorzo y reducida a un tratamiento perspectivo que determina que pueda ser vista desde distintos puntos, alterando la rígida estaticidad monofocal. Con nuestro movimiento, la perspectiva cambia. Se trata, pues, de ofrecernos una realidad vista des de un punto, pero que no es único, sino en el que nos encontramos en el momento de la visión.

Mantegna, conocedor posiblemente más profundo de los monumentos clásicos que cualquiera de sus contemporáneos. Trabajaba a partir de fuentes literarias tanta como de mármoles, monedas y medallas romanas, y en el tratamiento de temas clásicos, o que pretendían serlo, sus intenciones variaban desde la reconstrucción arqueológica a la normalización alegórica y a un intento de resucitar a la vez la pasión dionisíaca y la serenidad apolínea. Cuando Mantegna aspiraba a una restauración del mundo clásico a partir de sus restos visibles, se exponía al peligro -no siempre evitado- de convertir en estatuas a las figuras vivas y palpitantes, en vez de infundir vida a las estatuas; sin embargo, en el Cristo muerto el efecto fosilizante de la simetría queda mitigado por la inclinación lateral de la cabeza y los pies.


A partir de 3´01"




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