Baldaquino de San Pedro. S XVII (1624)
Bernini.
Basílica de San Pedro. El Vaticano
Material de construcción: mármol veteado, bronce y estuco dorado...
Fue la primera oportunidad para
que Bernini demostrara su genio articulando una combinación de escultura y
arquitectura que reafirma simbólicamente la centralidad del espacio de la
iglesia en relación a la cristiandad
Rematado por cuatro brazos que
se curvan hacia lo alto y hacia el interior, rematados a su vez por una esfera y una cruz.
La línea predominante, la curva,
típicamente barroca que pone tan de moda Bernini en toda Europa al repetir la
forma helicoidal de las columnas del casi legendario Templo de Salomón descrito
en las Sagradas Escrituras.
Unos años más tarde, también en
San Pedro Bernini transforma los grandes pilares torales en torno al baldaquino para albergar
reliquias y también detrás del baldaquino, en el ábside, creando una continuidad visual, realiza un
transparente que resalta la Cátedra de San Pedro, consagrando así al
barroco como el arte efectista que trata
de impresionar por los sentidos el ánimo
del creyente.
PARA COMPLETAR:
Se realiza en 1624 por encargo
del papa Urbano VIII, verdadero mecenas de Bernini, utilizando el bronce
expoliado al Panteón romano, lo que le valió
la frase “Quod non fecerunt barbari fecerunt Barberini”. Obra de
movilidad extrema se trata de un gran palio permanente sustentado por cuatro
columnas salomónicas, con fustes con decoración vegetal y, capiteles corintios
apeados sobre cuatro podios. El dinamismo intrínseco de los fustes torsos se ve
potenciado por entablamentos clásicos fragmentados que, en número de cuatro, se
asientan como tacos sobre los capiteles y se unen por lambrequines que
recuerdan las arquitecturas
provisionales construidas para determinados acontecimientos. Grandes tallos en
volutas rematan la construcción, proporcionándole un ascendente forma apuntada.
El baldaquino se constituyó en
pieza fundamental de la renovación artística iniciada, según la Iglesia , “ad maiorem Dei
Gloriam”, pues asumió primeramente la misión de enfatizar el lugar más
importante de la cristiandad, cobijado bajo la gran cúpula, la tumba del
apóstol San Pedro. Pero también, por otro lado, se valió de su preeminente
ubicación para exaltar al papa Barberini, cuyos símbolos familiares, las abejas
y sol, campean en su parte superior. Las columnas torsas, creidas similares a
las del Templo de Salomón, resaltan la figura de Urbano VIII como moderno Salomón
de la cristiandad, y Roma, como la nueva Jerusalén, triunfante sobre el
protestantismo.
es impresionante,yo estuvo hace dos años en el Vaticano y me quede sin palabras por tantas esculturas,telares y cuadros que hay allí
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