Santo Entierro (hacia 1541)
JUAN DE JUNI
Tamaño: inferior al natural
madera policromada. (técnica del estofado)Plasma
en sus obras el sentir espiritual de la época. El dolor, la aflicción, el sufrimiento, que por influencia del
pensamiento místico se consideran caminos para llegar a Dios. Para transmitir
estos sentimientos se vale de un movimiento violento, de torsión, que estremece
a sus figuras. Este movimiento, que parte del espíritu, agita unos cuerpos robustos y sacude unos paños
blandos y resbaladizos, llenos de vida, que se retuercen en su abundancia con
la misma violencia que las carnes, expresando tanto como ellas En los rostros
de sus figuras, de evidente naturalismo, consigue unas calidades de blandura y
morbidez excelentes, que hacen pensar más en el suave modelado de la arcilla
que en la ruda talla en madera realizada a golpes de gubia Sus expresiones, de dolor reconcentrado y
ausente, junto con sus fuertes manos de gestos teatrales, dan rienda suelta a toda
la emoción interna . La excelente calidad de la talla se complementa en sus
obras con una magnífica policromía de estofado, de elegante colorido y variada
decoración.
Realizado
entre 1541 y 1544 por encargo de Fray Antonio de Guevara, franciscano, cronista
del emperador Carlos V y obispo de Mondoñedo, se encontraba en el desaparecido
convento de San Francisco de Valladolid, en el cuerpo inferior de un retablo
instalado en su capilla funeraria.
Actualmente en el museo de escultura de Valladolid.
El
grupo se compone de siete figuras. La principal, Cristo muerto, articula la
disposición de las seis restantes que se distribuyen simétricamente en un
esquema del más puro clasicismo, de
tal forma que el movimiento y actitud de una figura es contrarrestado en el
lugar opuesto por otra similar. La figura de Cristo descansa sobre un sarcófago adornado con
los escudos de Fray Antonio. De cuerpo y cabeza majestuosos, son su policromía
(tonos violáceos, sangre cuajada y negruzca indicando la duración del
suplicio...) y sus manos (rotas y descoyuntadas) las que llevan el mayor peso
expresivo, transmitiendo por sí solas todo el horror de la muerte.
El resto
de los personajes se aplican a la tarea de amortajamiento: retirando espinas,
limpiando heridas, perfumando el cuerpo... mientras expresan su reacción ante
esta muerte. La Virgen presenta desconsolada sus brazos
al Hijo siendo suavemente contenida por San Juan. A la
izquierda, Salomé y José de Arimatea
(dirigiéndose al espectador para obligarle a salir de su pasividad ante la
escena) muestran unos rostros desfigurados, decrépitos y blandos, fruto de un
profundo sufrimiento físico y moral. A la derecha, María Magdalena,
la figura más delicada del conjunto, transmite su dolor con un movimiento de
torbellino, en el que participan sus abundantes ropajes, mientras Nicodemo
eleva una agónica súplica al cielo.
Juan
de Juni , con su bagaje borgoñón y renacentista, supo adaptarse muy bien a la
espiritualidad de la imaginería religiosa española del siglo XVI que sobre todo
pretendía apelar a los sentimientos del
espectador, con esas expresiones de dolor y gestos tan expresivos..
Tendrá
gran influencia en la imaginería española del barroco.
Otras muchas figuras religiosas como El
Calvario, busto de Santa Ana.
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