Una Koré o muchacha
Mediados s VII a. C. (650 a. C.)
Dentro de la Etapa arcaica (siglos VIII-VI
a. C.)
Museo del Louvre. Una reconstrucción policromada en
Cambridge
Técnica: bulto redondo, Piedra
caliza. Originariamente policromada. Como en Egipto, sobre el bloque, el
escultor trazaría antes un dibujo.
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Poner otros
ejemplos de korés. Hacer referencia a su evolución. Decir que también hay kourós
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Significado o
iconografía: ésta posiblemente un exvoto. Nombrar otros posibles significados
de kores y kouros.
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Contexto
socio-histórico: Época arcaica: tensiones sociales. Colonización y contacto con
otras culturas. Época de tiranos y legisladores. Expansión de mitos y
festivales panhelénicos.
Es una pequeña estatuilla de
apenas 55cm, pero de una gran belleza. Se considera la primera obra de la estatuaria en piedra que se conserva
completa. Pertenece a la escuela cretense, probablemente primer centro de esta
actividad escultórica. Al parecer se trataba de una imagen votiva como se
desprende de la posición de su mano derecha en actitud de exvoto y la izquierda
pegada al cuerpo.
En ella podemos apreciar
todas las características formales que distinguen este tipo de esculturas
femeninas, especialmente sus sentido de bloque cerrado y por tanto su rígida
frontalidad.
Se observa un trabajo de
labra distinto entre la parte inferior, más rústica, y la parte superior con
detallismos en el peplo, el paño de lana decorado con cenefas incisas y la
ancha correa a la cintura.
El pelo se trabaja con
detenimiento, siguiendo la moda egipcia del “peinado de pisos” otorgando a la
obra un mayor naturalismo que resulta acentuado por el trabajo de los pechos.
Por el contrario, el rostro sigue todavía sin fijar la expresión, que con su
forma triangular tiende a la
idealización geométrica.
Llama la atención su sonrisa
arcaica o eginética, un tanto forzada y falsa; la desproporción
(mano-antebrazo, o los pies) de las distintas partes del cuerpo, así como los
ojos grandes y almendrados carentes de expresividad.
El faldellín que cubre de la
cintura a los pies, tiene una sencilla decoración geométrica de líneas rectas
horizontales y verticales que contrasta con las líneas curvas de la parte
superior (cabello, senos y brazos).
En resumen, estamos ante una
de las piezas más características de este período arcaico del arte griego en el
que se perfilan algunas de las características que definirán toda la estatuaria
posterior (el antropocentrismo de su escultura; su idealización; la búsqueda de
una canon de proporcionalidad), pero sin terminar de concretarse hasta el punto
de que muchos de esos aspectos quedan todavía en suspenso (la expresión no está
captada; la búsqueda del canon resulta infructuosa; el sentido del bloque que
prevalece en la composición, etc.).
AURIGA DE DELFOS
¿Pitágoras de Región?
Primer tercio
del s V a. C. (474 a .C.)
Periodo Clásico (estilo severo o preclásico)
Museo de Delfos
Técnica: 1,8 m de altura. Bulto
redondo en bronce, con la técnica de la cera perdida. Perfectamente pulido. No
se aprecian uniones, soldaduras, en toda la figura. Habría que destacar la
riqueza de los materiales empleados en la ornamentación. Así los ojos son de
cristal y los labios recubiertos con láminas de plata. En el rostro no hay
sentimientos de alegría o excitación tras la carrera que perturbe su ethos, su carácter.
Contexto.
Los festivales panhelénicos, sobre todo en
torno a los grandes santuarios como Olimpia y Delfos, están muy extendidos por
todas las polis, ya desde el s. VIII a.C.. En todos hay competiciones atléticas.
Muchas de ellas están reservadas a hombres muy ricos, por el equipo necesario e
incluso la formación previa que no todo el mundo se podía costear., como en
este caso de carreras de cuádrigas. Un tirano (gobernantes ricos, de algunas
polis) encarga esta obra para conmemorar su victoria.
Consideración de escultores,
se consideran artesanos, dado su trabajo manual. Menos prestigio que músicos o
poetas.
El Auriga es lo que queda de
un monumento encargado por el tirano Polyzalos de Gela para conmemorar su
victoria en una carrera de cuádrigas en Delfos. El carro y el propio tirano se
perdieron, pero nos queda parte de la imagen del cochero. Su autoría nos es
desconocida aunque se barajan diferentes nombres como Sotades o Pitágoras de
Región.
En cuanto al trabajo escultórico
propiamente dicho presenta dos partes claramente diferenciadas a lo largo del
chitón, que en realidad ocupa casi toda la pieza: la mitad superior está mucho
más cuidad en su trabajo con una sucesión de pliegues todavía demasiado
rectilíneos y paralelos, pero que demuestran la tendencia general al mayor
dinamismo, pues están tratados con gran minuciosidad y alternan los ritmos
verticales y horizontales.
Por el contrario, la mitad
inferior está trabajada con menor detalle, porque estaría originalmente oculta
por el propio carro del grupo escultórico (nos evoca un fuste estriado de orden
dórico).
También el cabello se trabaja
con naturalismo, con un peinado que se ajusta a la forma esférica y sencilla
del cráneo y una diadema realza su belleza. Esta esfericidad del cráneo va a
ser una constante en la escultura de los siglos posteriores (Policleto “clásico
pleno” segunda mitad del siglo V), identificando la perfección geométrica
de la esfera, con la necesaria
perfección del hombre que ha de estar dirigido por la razón, es decir, por la
cabeza.
Compositivamente, el auriga
sostiene las riendas con una mano y gira
la cabeza hacia el lado contrario, buscando una compensación
compositiva. Se mantiene así una cierta rigidez en el conjunto, si bien la
cabeza mínimamente ladeada, y sobre todo el brazo proyectado hacia adelante,
rompen la simetría y el hieratismo
tradicional.
Aun con todo, la expresión sigue profundizando en la
idealización, ahora más patente si cabe, al no existir conexión entre la acción
real y la expresión. A pesar de ello se trata de un semblante amable,
transmisor de una sensación de calma y serenidad que está ya en la línea de
armonía idealizada que caracterizará la escultura clásica.
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