Transparente de la catedral de Toledo
s. XVIII (1721-1732)
Narciso Tomé. Mármol, bronce y pinturas al fresco.
Los
Tomé en 1717 decoran la fachada de la universidad de Valladolid, pero la obra más espectacular es este
transparente. Demuestran conocer los principios de Bernini: arquitectura,
escultura y pintura pierden sus límites para fusionarse con la luz en una obra total
donde los efectos ilusionistas, los querubines y los frágiles órdenes
contribuyen a la sensación de aparición celestial.
Fue concebido por el cardenal
Astorga, su finalidad era iluminar el
sagrario de la capilla mayor. Para ello se horadó la bóveda de la girola
para que entrara luz desde el exterior y se propagara por el sagrario a través
de un hueco en la capilla mayor
El espacio es uno de los grandes
temas de esta obra. Por un lado, tal como hizo Bernini en la capilla Cornaro,
se finge el espacio al estilo barroco haciendo uso de perspectivas para crear
la ilusión de distancia en un mínimo de profundidad. A esta ilusión contribuye la
perfecta armonía entre arquitectura, escultura y pintura que se unen en un todo
a través de líneas ondulantes, curvas y quebradas verdadera conjunción plástica al servicio de
una idea religiosa: el triunfo de la Eucaristía
La tendencia a promover una piedad sensible, tanto en la arquitectura
como en las artes plásticas, es promovida por la Contrarreforma. Así
se explican estas construcciones tan teatrales y escénicas, también la
construcción de camarines y capillas sacramentales, (espacios aislados y
recogidos dentro de las iglesias, que permiten una relación más directa,
cercana, con el objeto de culto).
La construcción de trasparentes arranca en España ya en el s. XVI cuando Herrera en
el retablo del Escorial abre uno para colocar el tabernáculo, pero los más fastuosos como este de Toledo se hacen en el
s. XVIII.
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